domingo, 3 de agosto de 2025

Contribuciones al electrograbado sobre hierro

Leonardo Gomes (Leozito), Poraquê (pez eléctrico), electrograbado sobre hojalata, 18 x 18 cm, 2025


 Contribuciones al electrograbado sobre hierro

Leonardo Gomes y Pablo Delfini, 2025

Nuestra propuesta es presentar de forma sencilla algunos puntos de nuestras investigaciones sobre el electrograbado sobre hierro, con el objetivo de ampliar el debate sobre las formas de grabar metales en la época contemporánea. Es parte de un proyecto de investigación en curso que reúne a los artistas, Pablo Delfini (Grabado Menos Tóxico, UMSA - Argentina) y Leonardo Gomes (Graphica Residual, UFSCar - Brasil), y la investigadora en el área de química, Karina O. Lupetti (UFSCar, Brasil) y busca contribuir a la comprensión del electrograbado - en particular, sobre el metal hierro -, reflexionando sobre los materiales y procedimientos de la técnica a la luz del grabado menos tóxico.

Notas históricas sobre  el electrograbado
Desde los primeros experimentos de Luigi Galvani y Alessandro Volta a fines del siglo XVIII, la electrólisis es investigada en el siglo XIX por varios científicos que inventan métodos como la galvanoplastia (M. H. Jacobi), la electrotyping (Thomas Spencer), entre otros que contribuyeron a su aplicación en el grabado artístico. Recién en la segunda mitad del siglo XX la electrólisis vuelve a considerarse como técnica gráfica por S. W. Hayter del Atelier 17, que la menciona  en su libro “About prints” de 1962 y en los años 80 y 90 es desarrollada como una técnica menos tóxica, sin ácidos ni vapores nocivos para grabar metales. Nik Semenoff y Christine Christos (Revista Leonardo, 1991), Marion y Omri Behr (Electroetch System) y Cedric Green (Galv-Etch) son los pioneros del grabado electrolítico tal como lo conocemos actualmente. En el siglo XXI el español Alfonso Crujera desde su taller en la isla de Gran Canaria, investiga y difunde desde su website, dando talleres y con su libro Manual del grabado electrolítico no tóxico.


Las prácticas tradicionales del grabado electrolítico

Por estar en el área de la electroquímica, la técnica del electrograbado o grabado electrolítico se puede ubicar en el campo de las transformaciones físico-químicas producidas por la electricidad. Se trata de utilizar electricidad para realizar una reacción de óxido-reducción sobre electrodos (que en el caso del grabado son placas de metal) en un medio acuoso, cuya solución líquida se denomina electrolito. A continuación podemos ver algunos materiales y equipos:

Equipo electrolítico

En la tradición gráfica del electrograbado, el electrolito utilizado es una solución de sulfato metálico correspondiente al metal a grabar. Por ejemplo, para grabar una placa de cobre, sulfato de cobre; para grabar zinc, sulfato de zinc; y, siguiendo la lógica, para grabar hierro, sulfato de hierro. La elección de utilizar una solución del mismo metal se hace porque, al mantener el metal en esta solución, las reacciones espontáneas tienden a no ocurrir. Como ocurre en los procesos del aguafuerte, a través del grabado del cobre con mordiente de cloruro férrico (FeCl₃), en el que la reacción de corrosión tiende a ocurrir de forma espontánea. Sin embargo, cabe destacar que depende de factores de concentración y temperatura, entre otros. En el lenguaje del grabado, al sumergir la placa de cobre en una solución de cloruro férrico, ésta se “muerde”, es decir, se corroe o se oxida. Con el uso, el mordiente pierde su resistencia a la corrosión. En química, esta reacción se denomina reacción espontánea, a diferencia de la reacción no espontánea, que se produce debido a una fuerza externa, como la electricidad.

En electrograbado, en general, se evita utilizar una sal diferente del metal a grabar para no provocar simultáneamente dos tipos de reacciones: espontánea (provocada por afinidad química entre diferentes metales) y no espontánea (inducida por la corriente eléctrica). Al utilizar una solución electrolítica que contiene la sal correspondiente al metal de la placa, el proceso tiende a presentar mayor estabilidad química, ya que el equilibrio iónico se ve favorecido por la presencia de los mismos cationes metálicos (iones con carga positiva). Esto reduce la aparición de reacciones secundarias no deseadas y la formación de residuos. La corriente eléctrica obliga a los electrones a moverse, lo que permite un mayor control del grabado. Según los principios de Faraday (1791-1867), la cantidad de metal corroído en el ánodo es igual a la depositada en el cátodo, siendo proporcional a la corriente eléctrica aplicada. En sistemas bien equilibrados, la solución electrolítica puede permanecer relativamente estable, pero cambios en la composición o el pH de la solución pueden provocar la precipitación de compuestos metálicos, formando el llamado lodo electrolítico.


Contribuciones acerca del grabado electrolítico sobre hierro

Según nuestras investigaciones y experiencia, en condiciones generales, la correspondencia entre el metal y su sal funciona bien para el cobre y el zinc, pero no para el hierro, debido a las diferencias en la estabilidad química de sus iones. En el caso del cobre (Cu), por ejemplo, al utilizar una solución de sulfato de cobre (CuSO₄), los electrones (e⁻) liberados en el ánodo tienden a inducir la migración de cationes Cu²⁺ a través de la solución hacia el cátodo (-), impulsados ​​por la corriente eléctrica. En el ánodo, donde se encuentra la matriz de grabado, se produce la oxidación del cobre metálico (Cu⁰), que libera dos electrones a la solución electrolítica: Cu⁰ → Cu²⁺ + 2e⁻. En el cátodo, polo negativo, los iones Cu²⁺ se reducen a cobre metálico y se depositan en el electrodo: Cu²⁺ + 2e⁻ → Cu⁰. En el caso del zinc (Zn), el proceso es similar: se utiliza una solución acuosa de sulfato de zinc (ZnSO₄). En el ánodo, el zinc metálico (Zn⁰) se oxida, liberando iones: Zn⁰ → Zn²⁺ + 2e⁻, que posteriormente se reducen en el cátodo, volviendo a la forma metálica: Zn²⁺ + 2e⁻ → Zn⁰. En ambos procesos, los iones metálicos eliminados del ánodo pasan a través de la solución electrolítica y se depositan en el cátodo, lo que tiende a mantener la solución estable, con poca o ninguna formación de lodos.

Electrograbado en zinc y en cobre
(ilustración de Leonardo Gomes)

Aunque los procesos de cobre y zinc generalmente mantienen una solución estable, pueden formarse lodos, especialmente al aumentar el pH (acumulación de iones OH⁻) o al aumentar la temperatura. En el caso del zinc, la reacción con el dióxido de carbono del aire puede generar carbonato de zinc, un compuesto insoluble que también precipita. Aun así, en condiciones controladas, estos sistemas tienden a producir poco lodo. A veces es necesario reemplazar el agua evaporada, especialmente si la solución está descubierta. Por ello, algunos artistas e investigadores afirman que la solución “no se agota”, lo que requiere cautela, ya que influyen en el proceso factores como la concentración, la temperatura, el tipo de electrodo y el tiempo de uso. El hierro tiende a generar más lodos e inestabilidad durante el electrograbado.


Notas sobre el proceso electrolítico del hierro

El proceso electrolítico del hierro es más complejo debido a su tendencia a formar lodos. En el ánodo, el hierro se oxida (Fe⁰ → Fe²⁺ + 2e⁻), pero los iones Fe²⁺ liberados en la solución pueden sufrir una mayor oxidación (Fe²⁺ → Fe³⁺ + e⁻), especialmente en presencia de oxígeno y agua, formando óxidos e hidróxidos de hierro de baja solubilidad. Esto favorece la precipitación de compuestos sólidos (lodos). Dos diferencias principales distinguen al hierro del cobre y del zinc: 1) sus iones pueden existir en dos estados de oxidación (Fe²⁺ y Fe³⁺), mientras que Cu²⁺ y Zn²⁺ son más estables; y 2) el hierro es más reactivo al oxígeno, lo que facilita la formación de Fe³⁺ e hidróxidos insolubles.

Electrograbado en hierro
(ilustración de Leonardo Gomes)

¿Por qué utilizar sal de mesa y no sulfato de hierro?

Como se mencionó anteriormente, es común en electrograbado utilizar la sal correspondiente al metal a grabar. Sin embargo, el sulfato de hierro (FeSO₄) difiere significativamente del sulfato de cobre o zinc en el proceso electrolítico. Incluso utilizando la propia sal del metal, el hierro tiende a sufrir una oxidación adicional en la solución electrolítica, especialmente en medio acuoso y en presencia de oxígeno, intensificando la formación de lodos. En electrograbado, el sulfato de hierro se utiliza generalmente en altas concentraciones, entre 150 y 250 g/L de agua, para asegurar la conductividad y la eficacia en la corrosión de la matriz de hierro. Sin embargo, esta alta concentración empeora la inestabilidad química de la solución. A medida que se genera Fe²⁺ en el ánodo, algunos de estos iones se oxidan a Fe³⁺, principalmente con un aumento del pH o con la entrada de oxígeno. Este proceso favorece la precipitación de óxidos e hidróxidos de hierro, compuestos poco solubles, que se acumulan como lodos en el fondo del contenedor.

Además, el sulfato de hierro heptahidratado (FeSO₄ 7H₂O), con su alta proporción de oxígeno en la estructura, contribuye aún más a esta oxidación no deseada. La solución, que inicialmente tiene un color verde claro, tiende a oscurecerse con el uso, adquiriendo un tono marrón opaco que dificulta la observación visual del proceso. Al finalizar la electrólisis es común observar una cantidad importante de lodos, lo que contrasta con los procesos realizados con cobre o zinc, que tienden a generar soluciones más estables y limpias.

En general, en los textos que tratan sobre el grabado electrolítico, no se encontró referencia al problema del sulfato de hierro que produce una cantidad significativa de lodos, lo que refuerza la necesidad de una comprensión más profunda de los límites y desafíos del uso de sulfato de hierro en altas concentraciones, especialmente en lo que respecta a la durabilidad de la solución y el control de residuos. En este sentido, pensamos en contribuir al debate que ya se ha desarrollado sobre la técnica, difundido por importantes autores y artistas en la actualidad (GREEN, 2004; 2013; CRUJERA, 2008; CHAVARRÍA, 2010; 2014; MIRANDA, 2022).

Si bien el uso de sal de mesa (cloruro de sodio) en el grabado en metal no es nuevo (CHAVARRÍA, 2010; 2014; POGUE, 2012), nuestro enfoque enfatiza en dos aspectos específicos: la baja concentración de la solución y la relación con la formación de lodos en el electrograbado en hierro, incluso cuando se utiliza sulfato de hierro. En pruebas prácticas, una concentración de 6 a 10 g/L de cloruro de sodio ha demostrado ser altamente eficiente en el grabado en hierro, tanto para la producción de líneas (aguafuerte) como para áreas tonales (aguatinta). Además, esta concentración tiene una ventaja importante: minimiza la liberación de gas cloro, manteniendo la exposición a compuestos tóxicos en niveles muy bajos. Operando con corriente continua (c.c.) y amperajes entre 0,5 y 1 A, los resultados obtenidos fueron técnicamente precisos y artísticamente expresivos, como en los métodos calcográficos tradicionales.

Otros factores relevantes son la solubilidad y el coste de los electrolitos. El sulfato de hierro tiene baja solubilidad en agua y es más caro en comparación con la sal de mesa, además de generar una mayor cantidad de lodos durante el electrograbado. Su cadena de producción y los riesgos ambientales asociados a su eliminación también tienen el potencial de generar un impacto ambiental más significativo. La solución electrolítica de cloruro de sodio tiende a permanecer químicamente más estable, con menor formación de lodos y mayor eficiencia en el proceso electroquímico. Los iones cloruro (Cl⁻) ayudan a estabilizar los iones de hierro (Fe²⁺) en solución, reduciendo la precipitación de hidróxido. Además, el proceso con agua y sal es más económico, sostenible y reutilizable. Después de algunos ciclos de uso, es posible filtrar la solución y utilizar los óxidos e hidróxidos formados como pigmentos para tinta gráfica. La solución filtrada puede reponerse con sal y reutilizarse en electrograbado, promoviendo un ciclo de uso eficiente y con bajo impacto ambiental.



Consideraciones finales

Dados los puntos presentados, observamos que el sulfato de hierro no demostró la misma eficiencia en el electrograbado sobre hierro que ocurre con el sulfato de cobre sobre cobre o el sulfato de zinc sobre zinc, debido a la mayor tendencia a formar lodos, resultado de la menor estabilidad de los iones de hierro en solución. En este contexto, la solución de agua y sal de mesa demostró ser una alternativa más estable, económica, segura y sostenible, con baja generación de residuos y gases. Su uso controlado, especialmente en concentraciones de 6 a 10 g/L, evita la formación excesiva de lodos y permite un proceso eficiente y técnicamente satisfactorio. Aunque tanto la sal como el sulfato de hierro son ecotóxicos si se eliminan de forma inadecuada, el impacto ambiental de la sal es considerablemente menor cuando se utiliza en bajas concentraciones.

Con nuestro estudio buscamos contribuir al debate técnico y artístico en torno al electrograbado sobre hierro, considerando aspectos como la toxicidad, la seguridad y el coste, sin sacrificar la calidad gráfica y expresiva del proceso.

Pablo Delfini, planchas de hojalata electrograbadas, 2024

Referencias


ATKINS, P.; JONES, L. Princípios de Química: questionando a vida moderna e o meio ambiente. Porto Alegre: Bookman, 2006.

AZEVEDO, F. A.; CHASIN, A. A. M (Org.). As bases toxicológicas da ecotoxicologia. São Carlos: RiMa, 2003.

CRUJERA, A. Manual del grabado electrolítico. Las Palmas de Gran Canarias: Obrasocial La Caja de Canarias, 2008. 

DELFINI, P. Grabado Menos Tóxico: el libro del blog. Buenos Aires: Pablo Delfini, 2022. 

GOMES, L. G. Mokulito: “litografia em madeira” & a arte da gravura menos tóxica. São Carlos: Ed. do Autor, 2024.

GREEN, C. Métodos electrolíticos en grabado. In: FIGUEIRAS, E. El grabado no tóxico: nuevos procedimientos y materiales. Barcelona: Publicacions i Edicions Universitat de Barcelona, 2004.

_________. Green Prints. 8ª ed. Francia: Ecotech Design, 2013.

HERNÁNDEZ-CHAVARRÍA, F. Sacrifício metálico: Agua salada y grabado en acero inoxidable, aluminio o hierro. ¡ Nada más barato! In: El Artista, nº 7, diciembre, 2010, 90-97.

________. Un mordente, un electrolito y grabado en cualquier metal. In: El Artista, nº 11, diciembre, 2014, 181-188.

MIRANDA, A. Electrólisis en las artes: grabado y mucho más… Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba. Taller general de Imprenta, 2002  

POGUE, D. Printmaking Revolution: new advancements in technology, safety, and sustainability. New York: Watson-Guptill Publications, 2012.


Leonardo Gomes (Leozito), BOB el mùsico, electrograbado sobre hojalata, 19 cm (diámetro), 2024

Leonardo Gomes (Leozito), Exposicón doble electrograbado (aguafuerte), impresión botánica para electrograbar hojalatas,
11,5 x 7,5 cm, 2024


Pablo Delfini, Hojas
electrograbado sobre hojalata, impresión en relieve, 2024



Pablo Delfini, plancha de hierro 
en proceso de electrograbado, 2025



Leonardo Gomes (Leozito), Tabla de corrosión electrolítica,
electrograbado sobre hojalata, 6 x 4 cm, 2024




lunes, 12 de mayo de 2025

Video taller de monotipos al agua

Este video muestra la clase completa de Monotipos al agua, impartida por Pablo Delfini en el año 2023 y producido por Espacio Camargo de Buenos Aires, Argentina. 

La captura y edición de imágenes estuvo a cargo de Maria Colombo y Pablo Magaldi, responsables de Espacio Camargo, un hermoso espacio dedicado a la educación artística donde fui invitado en varias oportunidades a brindar talleres de diversas técnicas de grabado.

En el video se muestra el paso a paso para realizar monotipos con materiales solubles en agua y sobre matrices de plástico, metal y tetrapak.


Monotipo
(matriz de tetrapak)

VIDEO TALLER














domingo, 9 de junio de 2024

Mokuhanga en MDF

El mokuhanga es una técnica de grabado en relieve que permite imprimir con tintas al agua fabricadas en el momento con materiales muy amigables como los pigmentos en polvo, la goma arábiga y la harina de arroz.
Desde 2012, cuando aprendí la técnica de la mano de Alejandra Dorsch, siempre vuelvo a practicar la técnica. Realmente me da mucho placer grabar madera e imprimirla con el procedimiento tradicional de la estampa japonesa.
En este caso intenté hacer un grabado a tres colores, grabando planchas de MDF, que es madera reconstituida, reciclando residuos de madera dura o blanda en combinación con cera y un aglutinante de resina. En Argentina también la llamamos Fibrofácil. Es muy blando para grabar y no permite grabar en positivo líneas muy finas como las que se pueden grabar en madera de fibra, terciada o contrachapada. Pero lo importante es que permite el uso de las tintas al agua sobre su superficie, logrando una edición estable. Los cepillitos de cerda natural logran dejar una capa pareja de tinta, como sucede sobre las maderas naturales.
Me ha sucedido que algunas líneas finas se han roto y eso hizo que decidiera eliminarlas en la edición final.
No usé modos de registros tradicionales del mokuhanga sino un registro de ubicación sobre una hoja con la silueta del tamaño de la matriz y de la hoja de impresión. Usé hojas recicladas de un libro viejo que coincidían con la proporción de la matriz.

Pablo Delfini, 2024











martes, 5 de marzo de 2024

Prólogo de un taller menos tóxico

Compartimos el texto completo del prólogo del libro "Grabado Menos Tóxico (el libro del blog)", de Pablo Delfini, publicado por primera vez en diciembre de 2021.



PRÓLOGO
de un taller menos tóxico

Pablo Delfini
Octubre de 2021

   Un taller de grabado es un lugar donde se trabaja a fin de crear matrices para imprimir en papel, editando series de estampas iguales o casi iguales. Los procesos que tienen lugar en el taller implican la manipulación de una gran variedad de materiales artísticos, industriales y químicos, de herramientas y máquinas específicas, de tintas de impresión, de productos de limpieza y disolventes, así como también los elementos residuales para eliminar, reciclar o regenerar. En los libros de grabado tradicionales se habla muy poco o nada del momento final de la limpieza; dejan la sensación de que el trabajo termina al imprimir con éxito las estampas de la edición, sin tener en cuenta el modo en que debemos limpiar, desengrasar, tirar los residuos, airear los ambientes…  Considero que esta instancia de finalización de la actividad en el taller es clave para lograr la sostenibilidad y el bienestar en el trabajo creativo diario.

   Comencé a grabar en 1979, en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de Buenos Aires, realizando xilografías sobre tacos de madera  de guatambú impresas en papel con la presión manual de la cuchara de madera; ahí me nació el placer de editar un grabado repitiendo el gesto de entintar y estampar, una y otra vez. La numeración de las estampas, la firma, el año, la clasificación de una serie de papeles impresos con imágenes semejantes, sigue produciéndome un goce en el gesto, que no es aislado porque replica el que provoca el grabado desde su origen tantos siglos atrás.
    En los años de aprendizaje en las escuelas de arte conocí casi todas las técnicas gráficas luego de la xilografía: la puntaseca, el aguafuerte, el aguatinta, la mezzotinta o manera negra, el barniz blando, el grabado al azúcar, la monocopia o monotipo, la litografía, la serigrafía. Tuve una formación tradicional respecto del grabado con la guía de maestras y maestros de una calidad artística y docente admirable, que supieron transmitirme la pasión por este arte de manera muy profesional.
    En aquellos años no se hablaba de la toxicidad de ciertos materiales y procedimientos muy nocivos para la salud, ya que los accidentes que se sucedían en el taller eran tomados como propios de la actividad y las precauciones eran mínimas. Haciendo buena memoria, fueron para mí muchos años conviviendo con el aguarrás, el kerosene, la nafta, el thiner, el tricloroetileno, la acetona, el ácido nítrico, la trementina, la resina colofán, el asfalto, y tantos otros materiales muy tóxicos que me producían un dolor de cabeza y de estómago crónico al que consideraba normal, como los dedos hinchados y amarillos por el contacto directo con ácidos y disolventes dañinos.

   Eran otras épocas y los talleres institucionales estaban más o menos adaptados para la actividad gráfica; eran espaciosos, aunque no todos consideraban esencial la apropiada aireación, pero en definitiva eran ámbitos en los que se aceptaba por inercia y tradición la actividad con productos muy tóxicos y su desecho en tachos de basura siempre desbordados.                                                                                         
   El problema principal para mí fue adaptar esa manera de trabajar al lugar que designaba como taller en mi casa, que se compartía con la cocina, el baño y el comedor.  No siempre el espacio para el taller era un sitio separado y aislado de los otros ambientes, ni se podía alquilar un recinto apropiado para tal fin. Tuve la fortuna de contar siempre con un patio al aire libre, pero por falta de conocimiento seguía llenando los ambientes compartidos con la familia y los amigos con los COV, los componentes orgánicos volátiles que son nocivos porque permanecen en el aire y contaminan si uno los aspira sin darse cuenta. También podemos intoxicarnos cuando tocamos materiales corrosivos, irritantes o inflamables o cuando ingerimos productos tóxicos. Aspirar, tocar e ingerir productos contaminantes y tóxicos es el gran riesgo, y un taller en casa es un lugar que se torna peligroso si desconocemos el nivel de toxicidad de los materiales de trabajo y el modo de manipularlos.


   Mi primer contacto real con un taller de grabado en el que se tomaban todas las precauciones necesarias de prevención en el uso de materiales químicos y cuyas instalaciones estaban adaptadas para tal fin fue en 1999, en el taller de grabado de la Universidad de Victoria (Vancouver, Canadá), donde hice el curso “Nuevas técnicas litográficas” con el Tamarind Master Printer Frank Janzen. Un curso enfocado en todas las variantes técnicas de la litografía sin agua, algunas con materiales de cierta toxicidad pero con una manipulación guiada y segura. Con los años eligí la variante menos tóxica de esta técnica, con los materiales de dibujo al agua y con disolventes menos tóxicos. Junto a los amigos italianos del Gruppo G.I.R.I., al cual pertenezco, decidimos investigar con materiales más amigables para aplicarlos en la técnica, y así como admiramos al canadiense Nik Semenoff, pionero y creador de la adaptación al taller de grabado artístico de la litografía sin agua, no aceptamos plenamente las variantes con los materiales de dibujo liposolubles, para las cuales se usan productos de un nivel de toxicidad que requiere un control de riesgos no siempre disponible en talleres sin las medidas de seguridad necesarias.
    Aquí tomo conciencia de que ante el deseo de hacer grabado menos tóxico debo elegir las técnicas y variantes que demanden materiales menos nocivos para la salud y el medio ambiente. Esa elección no implica una pérdida de creatividad o de desarrollo técnico sino todo lo contrario, porque me permite armar un canon de materiales y procesos en las técnicas de grabado que poco a poco voy publicando en un blog al que llamé “Grabado menos tóxico” (grabado-menos-toxico.blogspot.com.ar), creado en octubre del año 2011. Las primeras entradas del blog están dedicadas al “Curso de Litografía sin agua” que impartí en la Escuela Polivalente de Arte de Tandil, con las variantes menos y más tóxicas, y el blog es un buen referente de cómo el proceso fue evolucionando hacia lo absolutamente menos tóxico en estos diez años de trabajo e investigación.

   Me vuelvo más viejo y por eso necesito hacer grabado de la manera más amigable y sustentable posible con la naturaleza y la salud. En este libro, Grabado Menos Tóxico (el libro del blog), es mi deseo dejar sentado lo esencial de esa actitud de trabajo ofreciendo una guía descriptiva de algunas técnicas litográficas y calcográficas, además de observaciones básicas respecto de otras técnicas dentro del espacio “Miscelánea”, en el que abordo diversos temas.
    Necesito aclarar que cuando me refiero a un taller de grabado menos tóxico no hablo solamente del espacio institucional de una universidad, academia o escuela de arte, sino que me importa más relacionar la idea con un lugar de trabajo más íntimo y generalmente más pequeño, adaptado a las posibilidades de nuestra casa o compartido con otros colegas, pero dentro de un espíritu de trabajo solidario, en el sentido de evitar la intoxicación de los demás.
    La única manera posible de hacerlo, entonces, es trabajar con materiales más seguros, menos nocivos y con consignas bien precisas para el cuidado sustentable del espacio-taller y del espacio más amplio, que es el medio ambiente.


   Algunos consejos:
· El taller de grabado menos tóxico debe tener una corriente de aire natural, para permitir la renovación del aire y evitar la concentración de componentes orgánicos volátiles que sean perjudiciales.
· Contar con un espacio al aire libre para el trabajo con aquellos materiales que requieran una evaporación más segura y también donde se puedan tener plantas que favorezcan la renovación del oxígeno y nos conecten con la naturaleza, al mismo tiempo que contribuyen a su buen estado de conservación.  
· Conocer el nivel de toxicidad de los insumos químicos y gráficos del taller para clasificarlos y almacenarlos según su peligrosidad, y si tenemos productos tóxicos que nunca más volveremos a usar, deben ser eliminados con la correspondiente neutralización previa o entregados en el lugar de cada región que asegure su correcto tratamiento.
· Cada etapa de trabajo en el taller, ya sea de las técnicas de grabado, de la impresión de estampas o de la limpieza, debe concebirse con materiales y actitudes menos tóxicas, teniendo en cuenta los riesgos.
· Limpiar los residuos grasos de matrices, rodillos, espátulas, vidrios, manos y cualquier otra superficie sucia con limpiadores menos tóxicos, como el aceite vegetal, el agua, el jabón, las emulsiones caseras o productos comerciales fabricados con cuidado ecológico, evitando los solventes orgánicos volátiles y nocivos.
· Proteger el contacto directo de la piel con productos corrosivos e irritantes mediante guantes, guardapolvos o delantales protectores, y en el caso que algún proceso técnico lo requiera, usar mascarilla y/o anteojos especiales para evitar la aspiración de gases nocivos o el riesgo de salpicaduras.
· Evitar el uso del fuego en los procesos que requieran calor, reemplazándolo por hornallas eléctricas, pistola de calor o los rayos del sol.
· Elegir el secado natural al aire libre o en ambientes bien aireados de barnices, tintas o cualquier otro material que deba evaporarse.
· Separar los residuos según la posibilidad de reciclado, disponiendo básicamente un recipiente para residuos secos e inocuos, como papel, plástico, cartón, y otro para los residuos húmedos que se generan como producto de la limpieza o de ciertas etapas del trabajo gráfico. Según la región, cada tipo de residuo debe disponerse adecuadamente. Tener afianzada una conciencia de reciclado de materiales usados en el taller, evitando desechar diariamente una indiscriminada cantidad de residuos contaminantes.
· Mantener los ambientes del taller siempre limpios; los productos comestibles y las infusiones, tan afines a acompañar el trabajo creativo, se deben consumir en un lugar aislado de los insumos gráficos que puedan contaminarlos.
· No descartar por el desague residuos químicos sin la debida neutralización. No verter productos líquidos contaminantes en la pileta de lavado.

  El taller de grabado no es un lugar aislado y separado del mundo: impacta en el medio ambiente debido a los residuos, los desechos químicos y el descarte de materiales, que terminan biodegradándose más o menos rápido pero muchas veces provocan un grado de contaminación ambiental que se podría evitar. ¿Cómo podemos impedir que la actividad de nuestro taller de grabado impacte negativamente en la naturaleza? La respuesta es muy simple: concretando proyectos gráficos en los que incluyamos el análisis del procedimiento técnico desde un punto de vista de ética ambiental, una ética en la que nos consideremos en un mismo nivel de apreciación junto a la naturaleza y al medio ambiente. Nuestra actitud de trabajo en el taller debe ser menos tóxica desde los materiales, los procesos, los resultados, la difusión y la consolidación de obras gráficas bellas respaldadas por una actividad creativa consciente de estar teniendo una mirada amigable y sostenible.
    En este libro he pretendido hablar sobre ello tomando como punto de partida los contenidos que fueron publicados a lo largo de diez años en el blog. Me propuse hacer una selección basada en la mayor atención dada a la litografía y a la calcografía menos tóxicas, por ser las dos instancias gráficas más investigadas desde los nuevos materiales menos nocivos. Asimismo, exhibo una selección de mis obras relacionada con las técnicas, ya que me interesa mostrar las imágenes que se producen en el taller, desde lo técnico pero también desde lo poético. Incluí un espacio de “Miscelánea” con diversos temas relacionados con otras técnicas, como el moku hanga, el monotipo, el grabado sobre tetrapak, el frottage y la hectografía, la edición lúdica de estampas, la gráfica plegada, el Gruppo G.I.R.I., el Grupo Menostoxicolatinoamerica y la limpieza menos tóxica. La grabadora e investigadora italiana Fabiola Mercandetti colabora con una “Breve historia del grabado no tóxico”, enfocada desde el aspecto ecológico e histórico a partir de los referentes internacionales . Las grabadoras argentinas Melisa Scisciani y Mónica Vidal escriben sobre su obra abordándola desde los aspectos técnico y conceptual, y hay también una sección dedicada a una serie de estampas de mi colección, producto del intercambio con artistas colegas que trabajan con técnicas similares a las mencionadas en este libro.
    Además, quise recordar algunas “Historias del blog”, referidas a publicaciones que fueron lanzadas al mar infinito de la navegación virtual y lograron llegar al buen puerto del grabado colaborativo al compartir conocimientos y buenas ideas.

Las características del libro se encuentran en el siguiente link del blog: Información sobre el libro


domingo, 12 de febrero de 2023

Taller virtual de Mezzotinta con arena para el Taller Anacrónico

 Este Taller virtual se realizó para la Universidad El Bosque y el Taller Anacrónico de Bogotá, Colombia, dentro del marco del 4to Salón de Gráfica Universitaria, edición Latinoamérica, Bio-Gráfica, coordinado por la Maestra Margarita Rojas Jaramillo. Tuvo lugar el día 25 de octubre de 2022 y consta de una primera parte teórica sobre la historia de la mezzotinta y antecedentes de la variante con abrasivos a mano, descripción técnica y posibilidades dentro del grabado menos tóxico. Luego en una segunda parte se realiza en vivo la demostración del uso de los materiales, herramientas, modalidades e impresión de una mezzotinta sobre placa de aluminio.

Agradezco la gran ayuda de Fabiola Mercandetti en la investigación histórica, los aportes técnicos de Mariel Bichi y a Margarita Rojas J. junto al Taller Anacrónico de la Universidad El Bosque de Bogotá por la invitación a participar en las jornadas dedicadas a la difusión de un grabado más sostenible y amigable con el medio ambiente.

Pablo Delfini enero de 2023

Video del Taller, en el canal de Youtube:



Materiales básicos: metal, arena, agua y piedra plana

4to Salón de Gráfica Universitaria Nacional,
edición Latinoamérica, Bio-Gráfica