Compartimos el texto completo del prólogo del libro "Grabado Menos Tóxico (el libro del blog)", de Pablo Delfini, publicado por primera vez en diciembre de 2021.
PRÓLOGO
de un taller menos tóxico
Pablo
Delfini
Octubre
de 2021
Comencé
a grabar en 1979, en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de Buenos Aires,
realizando xilografías sobre tacos de madera
de guatambú impresas en papel con la presión manual de la cuchara de
madera; ahí me nació el placer de editar un grabado repitiendo el gesto de
entintar y estampar, una y otra vez. La numeración de las estampas, la firma,
el año, la clasificación de una serie de papeles impresos con imágenes semejantes,
sigue produciéndome un goce en el gesto, que no es aislado porque replica el
que provoca el grabado desde su origen tantos siglos atrás.
En los años de aprendizaje en las escuelas de arte conocí casi todas las técnicas gráficas luego de la xilografía: la puntaseca, el aguafuerte, el aguatinta, la mezzotinta o manera negra, el barniz blando, el grabado al azúcar, la monocopia o monotipo, la litografía, la serigrafía. Tuve una formación tradicional respecto del grabado con la guía de maestras y maestros de una calidad artística y docente admirable, que supieron transmitirme la pasión por este arte de manera muy profesional.
En aquellos años no se hablaba de la toxicidad de ciertos materiales y procedimientos muy nocivos para la salud, ya que los accidentes que se sucedían en el taller eran tomados como propios de la actividad y las precauciones eran mínimas. Haciendo buena memoria, fueron para mí muchos años conviviendo con el aguarrás, el kerosene, la nafta, el thiner, el tricloroetileno, la acetona, el ácido nítrico, la trementina, la resina colofán, el asfalto, y tantos otros materiales muy tóxicos que me producían un dolor de cabeza y de estómago crónico al que consideraba normal, como los dedos hinchados y amarillos por el contacto directo con ácidos y disolventes dañinos.
En los años de aprendizaje en las escuelas de arte conocí casi todas las técnicas gráficas luego de la xilografía: la puntaseca, el aguafuerte, el aguatinta, la mezzotinta o manera negra, el barniz blando, el grabado al azúcar, la monocopia o monotipo, la litografía, la serigrafía. Tuve una formación tradicional respecto del grabado con la guía de maestras y maestros de una calidad artística y docente admirable, que supieron transmitirme la pasión por este arte de manera muy profesional.
En aquellos años no se hablaba de la toxicidad de ciertos materiales y procedimientos muy nocivos para la salud, ya que los accidentes que se sucedían en el taller eran tomados como propios de la actividad y las precauciones eran mínimas. Haciendo buena memoria, fueron para mí muchos años conviviendo con el aguarrás, el kerosene, la nafta, el thiner, el tricloroetileno, la acetona, el ácido nítrico, la trementina, la resina colofán, el asfalto, y tantos otros materiales muy tóxicos que me producían un dolor de cabeza y de estómago crónico al que consideraba normal, como los dedos hinchados y amarillos por el contacto directo con ácidos y disolventes dañinos.
Eran
otras épocas y los talleres institucionales estaban más o menos adaptados para
la actividad gráfica; eran espaciosos, aunque no todos consideraban esencial la
apropiada aireación, pero en definitiva eran ámbitos en los que se aceptaba por
inercia y tradición la actividad con productos muy tóxicos y su desecho en
tachos de basura siempre desbordados.
El problema principal para mí fue adaptar esa manera de trabajar al lugar que designaba como taller en mi casa, que se compartía con la cocina, el baño y el comedor. No siempre el espacio para el taller era un sitio separado y aislado de los otros ambientes, ni se podía alquilar un recinto apropiado para tal fin. Tuve la fortuna de contar siempre con un patio al aire libre, pero por falta de conocimiento seguía llenando los ambientes compartidos con la familia y los amigos con los COV, los componentes orgánicos volátiles que son nocivos porque permanecen en el aire y contaminan si uno los aspira sin darse cuenta. También podemos intoxicarnos cuando tocamos materiales corrosivos, irritantes o inflamables o cuando ingerimos productos tóxicos. Aspirar, tocar e ingerir productos contaminantes y tóxicos es el gran riesgo, y un taller en casa es un lugar que se torna peligroso si desconocemos el nivel de toxicidad de los materiales de trabajo y el modo de manipularlos.
Mi primer contacto real con un taller de grabado en el que se tomaban todas las precauciones necesarias de prevención en el uso de materiales químicos y cuyas instalaciones estaban adaptadas para tal fin fue en 1999, en el taller de grabado de la Universidad de Victoria (Vancouver, Canadá), donde hice el curso “Nuevas técnicas litográficas” con el Tamarind Master Printer Frank Janzen. Un curso enfocado en todas las variantes técnicas de la litografía sin agua, algunas con materiales de cierta toxicidad pero con una manipulación guiada y segura. Con los años eligí la variante menos tóxica de esta técnica, con los materiales de dibujo al agua y con disolventes menos tóxicos. Junto a los amigos italianos del Gruppo G.I.R.I., al cual pertenezco, decidimos investigar con materiales más amigables para aplicarlos en la técnica, y así como admiramos al canadiense Nik Semenoff, pionero y creador de la adaptación al taller de grabado artístico de la litografía sin agua, no aceptamos plenamente las variantes con los materiales de dibujo liposolubles, para las cuales se usan productos de un nivel de toxicidad que requiere un control de riesgos no siempre disponible en talleres sin las medidas de seguridad necesarias.
Aquí tomo conciencia de que ante el deseo de hacer grabado menos tóxico debo elegir las técnicas y variantes que demanden materiales menos nocivos para la salud y el medio ambiente. Esa elección no implica una pérdida de creatividad o de desarrollo técnico sino todo lo contrario, porque me permite armar un canon de materiales y procesos en las técnicas de grabado que poco a poco voy publicando en un blog al que llamé “Grabado menos tóxico” (grabado-menos-toxico.blogspot.com.ar), creado en octubre del año 2011. Las primeras entradas del blog están dedicadas al “Curso de Litografía sin agua” que impartí en la Escuela Polivalente de Arte de Tandil, con las variantes menos y más tóxicas, y el blog es un buen referente de cómo el proceso fue evolucionando hacia lo absolutamente menos tóxico en estos diez años de trabajo e investigación.
El problema principal para mí fue adaptar esa manera de trabajar al lugar que designaba como taller en mi casa, que se compartía con la cocina, el baño y el comedor. No siempre el espacio para el taller era un sitio separado y aislado de los otros ambientes, ni se podía alquilar un recinto apropiado para tal fin. Tuve la fortuna de contar siempre con un patio al aire libre, pero por falta de conocimiento seguía llenando los ambientes compartidos con la familia y los amigos con los COV, los componentes orgánicos volátiles que son nocivos porque permanecen en el aire y contaminan si uno los aspira sin darse cuenta. También podemos intoxicarnos cuando tocamos materiales corrosivos, irritantes o inflamables o cuando ingerimos productos tóxicos. Aspirar, tocar e ingerir productos contaminantes y tóxicos es el gran riesgo, y un taller en casa es un lugar que se torna peligroso si desconocemos el nivel de toxicidad de los materiales de trabajo y el modo de manipularlos.
Mi primer contacto real con un taller de grabado en el que se tomaban todas las precauciones necesarias de prevención en el uso de materiales químicos y cuyas instalaciones estaban adaptadas para tal fin fue en 1999, en el taller de grabado de la Universidad de Victoria (Vancouver, Canadá), donde hice el curso “Nuevas técnicas litográficas” con el Tamarind Master Printer Frank Janzen. Un curso enfocado en todas las variantes técnicas de la litografía sin agua, algunas con materiales de cierta toxicidad pero con una manipulación guiada y segura. Con los años eligí la variante menos tóxica de esta técnica, con los materiales de dibujo al agua y con disolventes menos tóxicos. Junto a los amigos italianos del Gruppo G.I.R.I., al cual pertenezco, decidimos investigar con materiales más amigables para aplicarlos en la técnica, y así como admiramos al canadiense Nik Semenoff, pionero y creador de la adaptación al taller de grabado artístico de la litografía sin agua, no aceptamos plenamente las variantes con los materiales de dibujo liposolubles, para las cuales se usan productos de un nivel de toxicidad que requiere un control de riesgos no siempre disponible en talleres sin las medidas de seguridad necesarias.
Aquí tomo conciencia de que ante el deseo de hacer grabado menos tóxico debo elegir las técnicas y variantes que demanden materiales menos nocivos para la salud y el medio ambiente. Esa elección no implica una pérdida de creatividad o de desarrollo técnico sino todo lo contrario, porque me permite armar un canon de materiales y procesos en las técnicas de grabado que poco a poco voy publicando en un blog al que llamé “Grabado menos tóxico” (grabado-menos-toxico.blogspot.com.ar), creado en octubre del año 2011. Las primeras entradas del blog están dedicadas al “Curso de Litografía sin agua” que impartí en la Escuela Polivalente de Arte de Tandil, con las variantes menos y más tóxicas, y el blog es un buen referente de cómo el proceso fue evolucionando hacia lo absolutamente menos tóxico en estos diez años de trabajo e investigación.
Me vuelvo
más viejo y por eso necesito hacer grabado de la manera más amigable y
sustentable posible con la naturaleza y la salud. En este libro, Grabado Menos
Tóxico (el libro del blog), es mi deseo dejar sentado lo esencial de esa
actitud de trabajo ofreciendo una guía descriptiva de algunas técnicas
litográficas y calcográficas, además de observaciones básicas respecto de otras
técnicas dentro del espacio “Miscelánea”, en el que abordo diversos temas.
Necesito aclarar que cuando me refiero a un taller de grabado menos tóxico no hablo solamente del espacio institucional de una universidad, academia o escuela de arte, sino que me importa más relacionar la idea con un lugar de trabajo más íntimo y generalmente más pequeño, adaptado a las posibilidades de nuestra casa o compartido con otros colegas, pero dentro de un espíritu de trabajo solidario, en el sentido de evitar la intoxicación de los demás.
La única manera posible de hacerlo, entonces, es trabajar con materiales más seguros, menos nocivos y con consignas bien precisas para el cuidado sustentable del espacio-taller y del espacio más amplio, que es el medio ambiente.
Necesito aclarar que cuando me refiero a un taller de grabado menos tóxico no hablo solamente del espacio institucional de una universidad, academia o escuela de arte, sino que me importa más relacionar la idea con un lugar de trabajo más íntimo y generalmente más pequeño, adaptado a las posibilidades de nuestra casa o compartido con otros colegas, pero dentro de un espíritu de trabajo solidario, en el sentido de evitar la intoxicación de los demás.
La única manera posible de hacerlo, entonces, es trabajar con materiales más seguros, menos nocivos y con consignas bien precisas para el cuidado sustentable del espacio-taller y del espacio más amplio, que es el medio ambiente.
Algunos
consejos:
· El taller de grabado menos tóxico debe tener una corriente de aire natural, para permitir la renovación del aire y evitar la concentración de componentes orgánicos volátiles que sean perjudiciales.
· Contar con un espacio al aire libre para el trabajo con aquellos materiales que requieran una evaporación más segura y también donde se puedan tener plantas que favorezcan la renovación del oxígeno y nos conecten con la naturaleza, al mismo tiempo que contribuyen a su buen estado de conservación.
· Conocer el nivel de toxicidad de los insumos químicos y gráficos del taller para clasificarlos y almacenarlos según su peligrosidad, y si tenemos productos tóxicos que nunca más volveremos a usar, deben ser eliminados con la correspondiente neutralización previa o entregados en el lugar de cada región que asegure su correcto tratamiento.
· Cada etapa de trabajo en el taller, ya sea de las técnicas de grabado, de la impresión de estampas o de la limpieza, debe concebirse con materiales y actitudes menos tóxicas, teniendo en cuenta los riesgos.
· Limpiar los residuos grasos de matrices, rodillos, espátulas, vidrios, manos y cualquier otra superficie sucia con limpiadores menos tóxicos, como el aceite vegetal, el agua, el jabón, las emulsiones caseras o productos comerciales fabricados con cuidado ecológico, evitando los solventes orgánicos volátiles y nocivos.
· Proteger el contacto directo de la piel con productos corrosivos e irritantes mediante guantes, guardapolvos o delantales protectores, y en el caso que algún proceso técnico lo requiera, usar mascarilla y/o anteojos especiales para evitar la aspiración de gases nocivos o el riesgo de salpicaduras.
· Evitar el uso del fuego en los procesos que requieran calor, reemplazándolo por hornallas eléctricas, pistola de calor o los rayos del sol.
· Elegir el secado natural al aire libre o en ambientes bien aireados de barnices, tintas o cualquier otro material que deba evaporarse.
· Separar los residuos según la posibilidad de reciclado, disponiendo básicamente un recipiente para residuos secos e inocuos, como papel, plástico, cartón, y otro para los residuos húmedos que se generan como producto de la limpieza o de ciertas etapas del trabajo gráfico. Según la región, cada tipo de residuo debe disponerse adecuadamente. Tener afianzada una conciencia de reciclado de materiales usados en el taller, evitando desechar diariamente una indiscriminada cantidad de residuos contaminantes.
· Mantener los ambientes del taller siempre limpios; los productos comestibles y las infusiones, tan afines a acompañar el trabajo creativo, se deben consumir en un lugar aislado de los insumos gráficos que puedan contaminarlos.
· No descartar por el desague residuos químicos sin la debida neutralización. No verter productos líquidos contaminantes en la pileta de lavado.
Además, quise recordar algunas “Historias del blog”, referidas a publicaciones que fueron lanzadas al mar infinito de la navegación virtual y lograron llegar al buen puerto del grabado colaborativo al compartir conocimientos y buenas ideas.
· El taller de grabado menos tóxico debe tener una corriente de aire natural, para permitir la renovación del aire y evitar la concentración de componentes orgánicos volátiles que sean perjudiciales.
· Contar con un espacio al aire libre para el trabajo con aquellos materiales que requieran una evaporación más segura y también donde se puedan tener plantas que favorezcan la renovación del oxígeno y nos conecten con la naturaleza, al mismo tiempo que contribuyen a su buen estado de conservación.
· Conocer el nivel de toxicidad de los insumos químicos y gráficos del taller para clasificarlos y almacenarlos según su peligrosidad, y si tenemos productos tóxicos que nunca más volveremos a usar, deben ser eliminados con la correspondiente neutralización previa o entregados en el lugar de cada región que asegure su correcto tratamiento.
· Cada etapa de trabajo en el taller, ya sea de las técnicas de grabado, de la impresión de estampas o de la limpieza, debe concebirse con materiales y actitudes menos tóxicas, teniendo en cuenta los riesgos.
· Limpiar los residuos grasos de matrices, rodillos, espátulas, vidrios, manos y cualquier otra superficie sucia con limpiadores menos tóxicos, como el aceite vegetal, el agua, el jabón, las emulsiones caseras o productos comerciales fabricados con cuidado ecológico, evitando los solventes orgánicos volátiles y nocivos.
· Proteger el contacto directo de la piel con productos corrosivos e irritantes mediante guantes, guardapolvos o delantales protectores, y en el caso que algún proceso técnico lo requiera, usar mascarilla y/o anteojos especiales para evitar la aspiración de gases nocivos o el riesgo de salpicaduras.
· Evitar el uso del fuego en los procesos que requieran calor, reemplazándolo por hornallas eléctricas, pistola de calor o los rayos del sol.
· Elegir el secado natural al aire libre o en ambientes bien aireados de barnices, tintas o cualquier otro material que deba evaporarse.
· Separar los residuos según la posibilidad de reciclado, disponiendo básicamente un recipiente para residuos secos e inocuos, como papel, plástico, cartón, y otro para los residuos húmedos que se generan como producto de la limpieza o de ciertas etapas del trabajo gráfico. Según la región, cada tipo de residuo debe disponerse adecuadamente. Tener afianzada una conciencia de reciclado de materiales usados en el taller, evitando desechar diariamente una indiscriminada cantidad de residuos contaminantes.
· Mantener los ambientes del taller siempre limpios; los productos comestibles y las infusiones, tan afines a acompañar el trabajo creativo, se deben consumir en un lugar aislado de los insumos gráficos que puedan contaminarlos.
· No descartar por el desague residuos químicos sin la debida neutralización. No verter productos líquidos contaminantes en la pileta de lavado.
El
taller de grabado no es un lugar aislado y separado del mundo: impacta en el
medio ambiente debido a los residuos, los desechos químicos y el descarte de
materiales, que terminan biodegradándose más o menos rápido pero muchas veces
provocan un grado de contaminación ambiental que se podría evitar. ¿Cómo podemos
impedir que la actividad de nuestro taller de grabado impacte negativamente en
la naturaleza? La respuesta es muy simple: concretando proyectos gráficos en
los que incluyamos el análisis del procedimiento técnico desde un punto de
vista de ética ambiental, una ética en la que nos consideremos en un mismo
nivel de apreciación junto a la naturaleza y al medio ambiente. Nuestra actitud
de trabajo en el taller debe ser menos tóxica desde los materiales, los
procesos, los resultados, la difusión y la consolidación de obras gráficas
bellas respaldadas por una actividad creativa consciente de estar teniendo una
mirada amigable y sostenible.
En este libro he pretendido hablar sobre
ello tomando como punto de partida los contenidos que fueron publicados a lo
largo de diez años en el blog. Me propuse hacer una selección basada en la
mayor atención dada a la litografía y a la calcografía menos tóxicas, por ser
las dos instancias gráficas más investigadas desde los nuevos materiales menos
nocivos. Asimismo, exhibo una selección de mis obras relacionada con las
técnicas, ya que me interesa mostrar las imágenes que se producen en el taller,
desde lo técnico pero también desde lo poético. Incluí un espacio de “Miscelánea”
con diversos temas relacionados con otras técnicas, como el moku hanga, el
monotipo, el grabado sobre tetrapak, el frottage y la hectografía, la edición
lúdica de estampas, la gráfica plegada, el Gruppo G.I.R.I., el Grupo
Menostoxicolatinoamerica y la limpieza menos tóxica. La grabadora e
investigadora italiana Fabiola Mercandetti colabora con una “Breve historia del
grabado no tóxico”, enfocada desde el aspecto ecológico e histórico a partir de
los referentes internacionales . Las grabadoras argentinas Melisa Scisciani y
Mónica Vidal escriben sobre su obra abordándola desde los aspectos técnico y
conceptual, y hay también una sección dedicada a una serie de estampas de mi
colección, producto del intercambio con artistas colegas que trabajan con técnicas
similares a las mencionadas en este libro.Además, quise recordar algunas “Historias del blog”, referidas a publicaciones que fueron lanzadas al mar infinito de la navegación virtual y lograron llegar al buen puerto del grabado colaborativo al compartir conocimientos y buenas ideas.
Las características del libro se encuentran en el siguiente link del blog: Información sobre el libro
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